jueves, 10 de febrero de 2022

Un profesor de Stanford asegura que si eliminas dos frases de tu vocabulario puedes tener más éxito - Business Insider Por Shana Lebowitz

La forma de hablar no solo afecta la manera en que los demás te perciben sino que también tiene el potencial para incidir en tu comportamiento.

Cambiar una palabra por otra podría ayudarte a lograr tus objetivos.

Así lo asegura Bernard Roth, profesor de ingeniería de la Universidad Stanford y director académico del Instituto de Diseño Hasso Plattner de Stanford, el d.school.

En su nuevo libro, The Achievement Habit, Roth sugiere algunos cambios lingüísticos que pueden ayudarte a tener más éxito. He aquí los dos más sencillos:

1. Cambia ‘pero’ por ‘y’

Es probable que en alguna ocasión te sientas tentado a decir: “quiero ir al cine, pero tengo que trabajar”.

En su lugar, Roth sugiere que digas: “quiero ir al cine, y tengo que trabajar”.

Escribió: “Cuando utilizas la palabra pero creas un conflicto, a veces una razón, que en realidad no existe”. En otras palabras, es posible ir al cine y también hacer tu trabajo, solo tienes que encontrar una solución.

En cambio, cuando utilizas la palabra y, “estás obligando a tu cerebro a procesar ambas partes de la frase”, explicó Roth. Quizá veas una película más corta o tal vez delegues parte de tu trabajo.

2. Cambia ‘tengo que hacer’ por ‘quiero hacer’

Roth recomienda un ejercicio sencillo: la próxima vez que pienses ‘tengo que’, cambia tengo por quiero.

“Este ejercicio es muy efectivo para que las personas tomen consciencia de que lo que hacen en su vida, incluso las cosas que encuentran desagradables, es porque lo han elegido”, comentó.

Por ejemplo, uno de los estudiantes de Roth sintió que tenía que matricularse en los cursos de matemáticas que requería su programa de posgrado, a pesar de que los odiaba. Después de terminar el ejercicio, se percató que realmente quería tomar las clases ya que el beneficio de completar los cursos era mayor que la incomodidad de asistir a las clases que no disfrutaba.

Ambos cambios se basan en un componente clave de la estrategia de resolución de problemas llamada pensamiento de diseño. Cuando utilizas esta estrategia, desafías a tu forma automática de pensar y puedes percibir las cosas como realmente son.

Cuando utilizas un lenguaje diferente puedes percatarte de que un problema no es tan difícil de resolver como parece y que tienes más control sobre tu vida de lo que realmente crees.



viernes, 4 de febrero de 2022

El nuevo secreto de la productividad (y de la vida): no hacer nada



¿Por qué nos sentimos culpables cuando no hacemos nada?

Suena el despertador. Nos desperezamos como podemos. Todavía es de noche y, a duras penas, nos preparamos un desayuno, no muy grande, porque el tiempo apremia: no hay que perder el bus. Así una y otra vez, todos los días del año hasta la jubilación.

Nos hemos acomodado —o peor aún, resignado— a un estilo de vida consistente en deslomarnos para poder pagar las facturas cuando el principal activo, el único que no se puede recuperar, el tiempo, no se puede pagar con dinero.

Aunque cueste creerlo, hubo un tiempo en el que el estado natural del ser humano eran las vacaciones, y no, no es necesario irse muy lejos para rememorar esta filosofía de vida: de hecho, todo cambió con la llegada de la conocida como Revolución Industrial, en la que el trabajo fue “divinizado” acabando con el añorado dolce far niente.

Esta reflexión ha sido puesta de nuevo encima de la mesa por una tiktoker a raíz de haber leído el ensayo de Celeste Headlee “Do nothing: How to Break Away from Overworking, Overdoing, and Underliving” (que podríamos traducir como no hacer nada: cómo hacer frente a la sobrecarga de trabajo y mala calidad de vida).

Esta obra denuncia que la sociedad ha asumido como normal dar prioridad al trabajo para recibir como recompensa unas pocas horas de ocio al día y unas semanas de vacaciones al año. Piénsalo bien: salvo que vivas justo encima de tu oficina y se te caiga el lápiz a las 17 h, a las horas “oficiales” de jornada laboral deberás sumar no solo el traslado a tu trabajo (que en las grandes capitales puede ser de más de una hora por trayecto), sino también el estrés que te llevas a casa, los emails a cualquier hora, llamadas... ¿Por qué damos como normal este sacrificio?
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El tiempo es nuestro tesoro más preciado y, sin embargo, es el que más desperdiciamos. 
Revisitando la productividad

Si estás empezando a pensar que quien escribe estas líneas es un haragán solo por planteárselo, habrás dado con el quid de la cuestión y el foco de la denuncia que hace Headlee: el modelo económico actual te condena a sentirte culpable si no haces nada (aunque sea tu día de fiesta) y a marginar a quien quiere salirse de esta rueda.

Calificativos como “vago”, “inútil” o expresiones como “nunca llegarás a ser nada en este mundo” resultan habituales en nuestra sociedad y, sin embargo, no ha sido siempre así. Tal y como recuerda esta usuaria de TikTok (te recordamos: casi 500.000 “me gusta” y 5.000 comentarios, en el momento en que escribimos este artículo), la vida era mucho más relajada antes de la Revolución Industrial. El protestantismo es el responsable de que ahora, te veas abocado a obsesionarte con ser productivo.

Antes de este momento histórico que cambiaría la humanidad para siempre, la gente se desertaba con el amanecer y trabajaba únicamente cuando era necesario, a saber, la siembra y la cosecha. El resto del año, la humanidad se dedicaba al noble arte de vivir ¿recuerdas lo que es eso? Comer, dormir y socializar, y todo ello sin ningún sentimiento de culpa. De acuerdo, podrás argumentar, con razón, que la irrupción de la Revolución Industrial, como simiente del capitalismo, ha traído consigo el desarrollo: coches, tecnología, electricidad... y es correcto. Todos estos avances son reales y se han alcanzado con la promesa de mejorar la calidad de vida, y esto último también es cierto... ¿O tal vez no? Esta es la reflexión que se hace Headlee y ha sido viralizada ahora en TikTok: se vive cada vez peor.

Si lo piensas bien, la sociedad vive atrapada en una jaula de oro: todo es sensacional, si pagas por ello, claro. Y esta realidad empuja a todos a correr como pollos sin cabeza y robar horas al sueño y al bienestar. Al final, vivimos al ritmo de un reloj que no controlamos y dominados por la máxima: “el tiempo es oro”, pero vista desde el prisma de la productividad.

¿Por qué no girar esa visión y considerar que lo que se nos agota y no vuelve es la vida? Es una perspectiva un tanto tremendista pero muy real. Cuando el valor escaso es el tiempo, ¿por qué no dedicarlo a lo que más te llena? Es el nuevo paradigma de la productividad que propone Headlee y que está enloqueciendo en TikTok.