miércoles, 2 de noviembre de 2016

7 errores en la crianza que impiden a los niños llegar a ser exitosos - Por Ignacio Mardones


El experto en psicología, Tim Elmore, ha logrado identificar una serie de errores que cometen los padres. Son actitudes o costumbres que se han ido adquiriendo con el tiempo, muchas veces inconscientemente, pero que afectan el desarrollo de los niños. Es importante darse cuenta de ellos lo antes posible, de manera que puedan corregirse y así tomar otra dirección en la crianza. Nadie quiere volver inseguros a sus hijos, tampoco limitarlos en sus oportunidades de realización personal. Por eso mismo es que esta lista es tan útil para quienes son padres, como también para los que pretenden serlo algún día:

1. No permitir que los hijos tomen riesgos
Aunque el mundo de hoy pueda parecer peligroso y uno piense que los niños necesitan de nuestra protección constante, es necesario que ellos tengan su espacio para aprender a equivocarse. En un lugar controlado, ellos deberían caerse, rasparse las rodillas, llorar, etc. Sin el riesgo de poder cometer errores y sentir las consecuencias de sus actos, los niños no lograrían entender un aspecto fundamental de la vida. Quienes nunca se han visto sometidos a situaciones de peligro, es de esperarse que de adultos sufran fobias u otro tipo problemas. Para conseguir la estabilidad, primero es necesario haberla perdido.

2. Ayudarlos antes de que sea necesario
No se está diciendo que no hay que prevenir accidentes, sino que para algunos problemas, tanto en los juegos como un su inicio intelectual, es importante dejar que los niños encuentren las soluciones por ellos mismos. El cuidado excesivo que muchas veces les damos, solamente los vuelve más frágiles y hacemos que su madurez se retrase. Al enfrentar dificultades, los niños desarrollan talentos, se vuelven astutos y entienden que son capaces de influir en su entorno. El negarles la posibilidad de asumir responsabilidades y tratar conflictos, los hará incapaces de llevar una vida adulta cuando llegue el momento.

3. Celebrar cualquier cosa que hagan
Hay una tendencia en los padres que se basa en alabar todo lo que el hijo hace. Esa actitud de constantes refuerzos positivos podría no ser tan beneficiosa como se pensaba. La razón es sencilla: que cada niño reciba su trofeo les da una satisfacción del momento, pero después, y a medida que van creciendo, los niños comienzan a dudar de la objetividad de los padres. Todos los niños quieren recibir elogios, sin embargo, éstos deben venir cuando sea realmente el caso. Si una conducta de este tipo se alarga, los niños desarrollan la costumbre de exagerar, hacer trampas y mentir. Todo esto para volver a sentir el refuerzo positivo.

4. Evitar decirles que “no”
Está bien que quieras que tu hijo te adore, pero hay momentos en los que tiene que “odiarte” sencillamente porque tú le estás enseñando y debe entender que no puede seguir todos sus caprichos. A él se le vendrán muchas adversidades en su vida y es tu labor hacerle ver que tiene que estar preparado para ellas. Negarle cosas que desea (por una buena razón) es una manera en que él podrá comprender que no se puede tener de todo. Suele ocurrir que cuando es una familia de varios niños, no está bien premiar a uno y no a los demás. Sin embargo, darle en el gusto a todos todo el tiempo es imposible. Una mejor estrategia es la de explicar con sensatez por qué ahora sí y por qué ahora no. Las recompensas tienen que tener una lógica, una razón de ser.

5. Intentar parecer alguien que nunca ha cometido un error
Algunos padres creen que “dar el ejemplo” es parecer siempre alguien perfecto, una persona que nunca se ha equivocado y no ha cometido errores en el pasado. Sin embargo, esa es la peor imagen que se le puede dar a los hijos; primero porque no es real, y segundo, porque van a pensar que ante el mínimo error que cometan sucederá una catástrofe, además de sentirse que defraudan a los padres. Es bueno que se les cuente a los niños que equivocarse es normal, los padres deberían contarles los errores que cometieron de pequeños o adolescentes, eso hará su relación más fuerte y les dará objetividad a la hora de hablar asuntos serios.

6. Confundir inteligencia con madurez
Que un niño sea inteligente o talentoso no significa que haya alcanzado una etapa de madurez. Esto es algo que se suele confundir, pero no hay que perderse, ya que podría ser perjudicial para el niño arrojarlo “al mundo real” sin las herramientas necesarias. La madurez del niño tiene que reflejarse en sus actos, luego de eso se puede ir trabajando en sus grados de independencia. Este punto podría parecer difuso con respecto a los anteriores, porque se ha dicho que es necesario que los niños aprendan de sus errores. Sin embargo, a lo que se apunta aquí es algo diferente: todo debe ser gradual, no hay que irse a los extremos. Un niño necesita sentirse protegido, pero a la vez sentir que ese protector vela por su desarrollo interno.

7. Decir algo y hacer lo contrario
Cuando los adultos son inconsecuentes, eso es percibido por los niños. En el momento en que eso ocurre, la imagen que ellos tienen de los padres se deteriora. Se sienten confundidos y no saben cómo proceder ni a quién seguir; se relativiza el juicio que se han formado de los hechos y de las cosas, y es como si tuvieran que aprenderlo todo otra vez. Las normas son necesarias, hay que seguirlas, y si el padre establece normas estrictas, él no puede estar por encima de ellas según su conveniencia. Es una autoridad, eso es cierto, pero debe ser responsable porque su hijo está observándolo en todo momento y absorbe más información de lo que él piensa.

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