miércoles, 17 de diciembre de 2014

"Ni tú ni yo somos los mismos"


El Buda fue el hombre más despierto de su época.
Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y desarrolló
la benevolencia y la compasión.
Entre sus primos, se encontraba el perverso Devadatta, siempre celoso
del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida.
Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo.
El Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente.
Muy sorprendido, Devadatta preguntó:
¿No estás enfadado, señor?
No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
¿Por qué?
Y el Buda dijo:
Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada.
El Maestro dice:
Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable
......................
La herida permanece abierta, nuestro dolor no se cura y nos convertimos
en personas frustradas, malhumoradas, pesimistas, conflictivas, pues el
recuerdo y las emociones negativas, nos causan problemas físicos y
psicológicos.
Para liberarnos de la pesada carga del recuerdo que lastima
y limita debemos primero olvidar y luego perdonar.
Olvidar nos permite liberar de nuestra conciencia, el dolor
que acompaña las experiencias penosas.
Perdonar es muy difícil pero sino lo hacemos viviremos con ese rencor,
que malo para el alma, nadie es perfecto en este mundo, y si Buda
perdonó porque nosotros no!

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