El destino de cada ser humano le pertenece en propiedad porque nadie puede tener el mismo destino que otra persona. Incluso los gemelos pueden llevar vidas radicalmente diferentes a pesar de su conexión psíquica.
Para encontrar su propio camino, cada uno debe avanzar.
Nada está predeterminado en la existencia. De igual modo, es inútil ajustarse a ciertos modelos, a ciertas personas que conocemos. ¿En el fondo, qué sabemos nosotros realmente de ellos?
La imagen que nos hacemos del otro no se corresponde más que raramente a la realidad.
Es bueno escuchar los consejos que nos dan, pero nosotros debemos aplicarlos a nuestra manera, imprimiéndoles nuestra marca.
En cada cruce, se nos ofrecen elecciones. Hay que hacerlas, aunque dudemos.
Para avanzar, ante todo hay que tenerse confianza… y trazarse su propio camino.
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