domingo, 14 de diciembre de 2014

Desahógate de la gente tóxica

Lo tóxico es malo, y las personas tóxicas nos envenenan el alma, nos amargan el día y nos impiden alcanzar nuestros sueños. Nadie quiere estar junto a una persona tóxica, por lo que no sólo los debemos evitar sino que también debemos cuidarnos de serlo nosotras también.
“Tóxico” es todo aquello que nos intoxica física, espiritual y emocionalmente. Y estas toxinas, aunque nos parezcan verdaderos misiles, provienen del lenguaje; ya sea de la forma en que nos hablamos, nos pensamos, o nos creemos o bien, de la particular manera en la que otros dirigen esa flecha lingüística hacia nosotros.
Por eso hoy, hablaremos de la gente tóxica -y atención, puedes ser tu misma en relación con tu ser.
Las personas tóxicas son las que están en constante queja y desconformes del mundo y todo lo que lo conforman, pero sin embargo no hacen nada para cambiar la realidad en la que se encuentran inmersa. Puede ser un amigo, tu madre, una compañera de trabajo, incluso hasta tu pareja; siempre están conjurando sus insatisfacciones y temores en la vida de los demás; y por lo tanto su forma de relacionarse es destructiva y contaminante, su habla es reactiva, siempre se encuentran a la defensiva, como el Quijote, siempre están defendiéndose de Gigantes que no existen, a la guardia desconfían de todo y todos, y desde ahí proceden, y actúan.
Una persona tóxica es la que desorientada y aburrida de estar en un lugar que es el propio pero desconoce, se muda a tu mundo y desde ahí pretende dar órdenes de cómo tú deberías estar viviendo. La manipulación es la herramienta fundamental de su operar; a través de la cual obtiene sus resultados. Siempre está observando que “puede ganar para sí”, su actitud es de arrebato; porque en su mente “cree no merecer eso que anhela”.
Los tóxicos son individuos que tienen en su pensamiento la pregunta constante “¿Qué hay para mí aquí?”; provocan daño a sus relaciones, asfixian, se manejan con mentiras, tienen por gusto agredir, humillar, desvalorizar, para sentir en sí mismos un poco de valor. En nuestros encuentros con estas personas, nuestras energías se debilitan y el bienestar se aleja.Los neuro-cientifistas afirman que estas personas “vampirizan” a sus semejantes. Se dice que hay más de 30 arquetipos de Gente Tóxica, entre los que encontramos a: El fanático, el presumido, el competidor, el maniático del control, el crítico acusador, el arrogante, el envidioso, el depresivo y melancólico, el narcisista, el violento, el mentiroso, el estafador, entre otros.
El término “Toxic People” (Gente tóxica) fue acuñado por Lilian Glass en su best seller de igual nombre, la autora indica que nadie es “ciento por ciento sano, ni física ni psicológicamente” por lo que es importante prestar atención a los patrones caracterológicos y sus efectos.
Todas nos hemos topado alguna vez con estos estilos de comportamiento, inclusive hasta tal vez hemos formado parte de ellos, lo interesante es poder descubrirnos a nosotras mismas y preguntarnos si estamos siendo tóxicas en nuestras creencias, en las relaciones que elegimos, en las formas de vincularnos; y a su vez identificar si las personas que nos rodean están actuando sus emociones desde este patrón.
Quién por sus necesidades, temores o problemas psicológicos reacciona de esta forma por supuesto no está perdida. No somos de una forma única y determinada, somos el resultado de múltiples redes que se entretejen como la tela de una araña y nos conforma cómo somos. Pero para poder desintoxicarnos debemos aceptar que algo no funciona en nosotras. Y no se trata de bien o mal, sino de que algo nos cierra posibilidades.
Para poder curar la toxicidad hace falta tomar conciencia de quienes somos y qué estamos generando en nuestro mundo. Los antídotos contra la negatividad están en nuestra mente/corazón, sólo debemos tener el valor de hacernos cargo de ellos y empezar a accionar desde otro lugar diferente.
Pero ¿de dónde emerge la toxicidad? ¿Por qué algunas personas de nuestro entorno familiar, laboral o social se la pasan haciendo críticas destructivas sobre nosotras?
En buena medida es debido a los celos y su concomitante envidia –señala Glass, para quienes el descontento y los sentimientos de insuficiencia provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así como el deseo de tenerlas para una mismo en exclusividad. La frustración de otras personas que nos ven como ganadores y se consideran a sí mismas como perdedoras, las impulsa a golpearnos mental, verbal hasta incluso físicamente. La falta de amor propio y los celos son las razones de muchos comportamientos negativos hacia nosotras mismas y también de nosotros hacia los demás.

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